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domingo, 2 de mayo de 2010
viernes, 30 de abril de 2010
UNA HISTORIA DE AMOR
Rut 1:16
“Respondió Rut: No me ruegues que te deje, y me aparte de ti; porque a dondequiera que tú fueres, iré yo, y dondequiera que vivieres, viviré. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios.”
El Libro de Rut es una hermosa Historia de amor, mucho mejor que las novelas de televisión, porque esta llena de dolor, de tristeza, de amor, de lealtad y de redención.
Es uno de los únicos dos libros de la Biblia que tiene nombre de mujer, el otro es Ester. Y en el encontramos la historia de la salvación de Rut, la moabita. A través de su relación con su suegra Noemí, Rut conoció al Dios viviente y se convirtió en su devota seguidora.
Los protagonistas de esta historia cada quien tiene un nombre significativo:
Elimelec (esposo De Noemí) Significa Mi Dios es Rey
Noemí: Placentera, amable * Mara significa amarga
Mahlon (hijo de Noemí y Elimelec) enfermizo
Quelion (segundo hijo) débil, defectuoso
Orfa (nuera de Noemí) cuello o hermosura física
Rut (nuera de Noemí) amiga, amistad
Booz (pariente de Elimelec) rapidez, fortaleza, prontitud.
La historia de Rut transcurre durante el tiempo de los jueces, un periodo de extremo decaimiento espiritual y moral en Israel, cuando “cada uno hacia lo que le parecía” (Jueces 17:6; 21:25). Pero en medio de esos tiempos oscuros y malos, aun había quienes seguían a Dios. Noemí y Rut son ejemplos hermosos de amistad, lealtad y entrega a Dios y al uno por el otro.
El hambre por la que pasaba el pueblo de Israel incluida esta familia debió haber sido bastante grande para que Elimelec decidiera irse con su familia a los campos de Moab.
Aconteció en los días que gobernaban los jueces, que hubo hambre en la tierra. Y un varón de Belén de Judo fue a morar en los campos de Moab, él y su mujer, y dos hijos suyos.
2 El nombre de aquel varón era Elimelec, y el de su mujer, Noemí; y los nombres de sus hijos eran Mahlón y Quelión, efrateos de Belén de Judá. Llegaron, pues, a los campos de Moab, y se quedaron allí.
3 Y murió Elimelec, marido de Noemí, y quedó ella con sus dos hijos,
4 los cuales tomaron para sí mujeres moabitas; el nombre de una era Orfa, y el nombre de la otra, Rut; y habitaron allí unos diez años.
5 Y murieron también los dos, Mahlón y Quelión, quedando así la mujer desamparada de sus dos hijos y de su marido.
Vemos que ha esta familia una tragedia más grande que el hambre los alcanzó. Noemí primero quedó viuda; más tarde se vio privada de sus dos hijos y quedó sola con dos nueras, Orfa y Rut. Finalmente, habiendo oído que no había más hambre en Judá, decidió regresar, y comenzó su viaje acompañada de Orfa y Rut. Con amargura de espíritu y decaimiento del corazón, caminaron todas en silencio, hasta que Noemí no pudo contenerse por más tiempo. Tenía que manifestar sus pensamientos. Aunque su pérdida era tres veces más grande que la de ellas, tenía que expresar la preocupación que había en su corazón generoso, preocupación por el futuro de ellas y no el de ella:
7 Salió, pues, del lugar donde había estado, y con ella sus dos nueras, y comenzaron a caminar para volverse a la tierra de Judá.
8 Y Noemí dijo a sus dos nueras: Andad volveos cada una a la casa de su madre; Jehová haga con vosotras misericordia, como la habéis hecho con los muertos y conmigo.
9 Os conceda Jehová que halléis descanso, cada una en casa de su marido. Luego las besó, y ellas alzaron su voz y lloraron,
10 y le dijeron: Ciertamente nosotras iremos contigo a tu pueblo.
11 Y Noemí respondió: Volveos, hijas mías; ¿para qué habéis de ir conmigo? ¿Tengo yo más hijos en el vientre, que puedan ser vuestros maridos?
Pero ella no quiso hacerles exigencia alguna, agradecida como estaba de su cuidado y compañía en los días anteriores. Leemos que "luego las besó." Por supuesto que este no era un beso formal, sino una larga y tierna despedida. No es extraño que ellas declararan que no la abandonarían.
Sin embargo, Noemí había calculado el costo de su sacrificio. A pesar de la pérdida que sería para ella, estaba preparada para enfrentar la soledad que la esperaba. Así que esta noble mujer habló de nuevo, sin ocultar nada. Ella les reveló lo que su decisión significaría:
12 Volveos, hijas mías, e idos; porque yo ya soy vieja para tener marido. Y aunque dijese: Esperanza tengo, y esta noche estuviese con marido, y aun diese a luz hijos,
13 ¿habíais vosotras de esperarlos hasta que fuesen grandes? ¿Habíais de quedaros sin casar por amor a ellos? No, hijas mías; que mayor amargura tengo yo que vosotras, pues la mano de Jehová ha salido contra mí.
14 Y ellas alzaron otra vez su voz y lloraron; y Orfa besó a su suegra, mas Rut se quedó con ella.
15 Y Noemí dijo: He aquí tu cuñada se ha vuelto a su pueblo y a sus dioses; vuélvete tú tras ella.
Oyendo esto, Orfa decidió que era correcto preocuparse ahora de sí misma y de su propio futuro. Dando a su suegra un beso final de despedida, regresó a su pueblo y a sus dioses. Pero Rut estuvo dispuesta a renunciar a la posibilidad de seguridad y de tener una nueva familia para cuidar a Noemí., había tomado en cuenta todos los riesgos. Así que con palabras de amor y lealtad, suplicó:
16 No me ruegues que te deje, y me aparte de ti; porque a dondequiera que tú fueres, iré yo, y dondequiera que vivieres, viviré. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios.
17 Donde tú murieres, moriré yo, y allí seré sepultada; así me haga Jehová, y aun me añada, que sólo la muerte hará separación entre nosotras dos.
Rut era una moabita, los cuales adoraban dioses paganos, pero eso no le impidió adorar al Dios verdadero, ni tampoco impidió a Dios aceptar su adoración y colmarla de grandes bendiciones. Rut comprende la naturaleza de Jehová. Ella invoca su nombre en un juramento. Su compromiso se funda en un acercamiento al Dios vivo, a quien ha conocido por intermedio de Noemí. Con ello podemos entender que “Dios no hace acepción de personas, sino que en toda nación se agrada del que le teme y hace justicia” (Hch 10: 34-35).
Cuando Noemí y Rut llegaron a Belén, las mujeres del pueblo preguntaron “¿No es esta Noemí?” Noemí respondió que su nombre no era más Noemí que significaba placentera, sino Mara que significa amarga. Noemí consideraba su condición de amargura y vació, dado que ella había ido a Moab completa, con un marido y dos hijos. Pero ahora ella regresa a Belén viuda, pobre y sin hijos. Ella no tenía más familia que a Rut.
18 Y viendo Noemí que estaba tan resuelta a ir con ella, no dijo más.
19 Anduvieron, pues, ellas dos hasta que llegaron a Belén; y aconteció que habiendo entrado en Belén, toda la ciudad se conmovió por causa de ellas, y decían: ¿No es ésta Noemí?
20 Y ella les respondía: No me llaméis Noemí, sino llamadme Mara; porque en grande amargura me ha puesto el Todopoderoso.
21 Yo me fui llena, pero Jehová me ha vuelto con las manos vacías. ¿Por qué me llamaréis Noemí, ya que Jehová ha dado testimonio contra mí, y el Todopoderoso me ha afligido?
22 Así volvió Noemí, y Rut la moabita su nuera con ella; volvió de los campos de Moab, y llegaron a Belén al comienzo de la siega de la cebada.
El recuerdo de tiempos más felices oscurecía por el momento la bendición de una verdadera hija en Rut, una falla muy humana y comprensible. Noemí no podía saber en aquellos momentos cuánto iba a significar Rut para ella en lo sucesivo. A menudo, nuestras dificultades parecen demasiado importantes para nosotros, al grado de obscurecer las bendiciones que el Señor envía a fin de proveer equilibrio contra la adversidad y para asegurarse de que nuestras tentaciones no son más grandes de lo que podemos soportar. En aquel tiempo era desconocido para Noemí el gozo guardado para ella por medio de Rut: una abundancia de bendiciones que sería descrita como mejor que siete hijos. (Rut 4:15)
En el capítulo 2:1 leemos que Noemí tenía un pariente de su marido, hombre rico de la familia de Elimelec, el cual se llamaba Booz. .
Cuando Rut decidió proveer para ella y su suegra, no sabía esto. Consideró que era su deber conseguir provisiones para su casa, y dijo:
2 Te ruego que me dejes ir al campo, y recogeré espigas en pos de aquel a cuyos ojos hallare gracia. En su acción vemos la mano guiadora de Dios: "...y aconteció que aquella parte del campo era de Booz"
Ella no había planeado esto, pero Dios lo realizó. Desde el punto de vista humano fue suerte; pero su salida fue dirigida desde arriba. Sus caminos habían sido encomendados a Dios y El dirigía sus pasos. De este modo ella llegó a tener una amplia experiencia con el pueblo de Noemí, el cual había escogido como su pueblo. Estaba dispuesta a tomar la humilde posición de espigadora, una de las más pobres de la tierra. No estaba avergonzada de pedir, y recibió con plenitud. Su perseverancia y laboriosidad fueron observadas por aquellos que la rodeaban.
De acuerdo con la ley mosaica, el pobre podía espigar en los rincones de los campos (Lev 19: 9-10) además cualquier espiga que se cayera debía dejarse para que la gente pobre la recogiese, a esto se le llamaba espigar y usar para comer. El propósito de esta ley era alimentar a los pobres.
3 Fue, pues, y llegando, espigó en el campo en pos de los segadores; y aconteció que aquella parte del campo era de Booz, el cual era de la familia de Elimelec.
4 Y he aquí que Booz vino de Belén, y dijo a los segadores: Jehová sea con vosotros. Y ellos respondieron: Jehová te bendiga.
Esos fueron días alegres en Israel, cuando el vínculo entre el amo y el sirviente era la bendición del Señor. También se reflejaba en el carácter de Booz, quien trataba a sus sirvientes de la misma manera que el querría que Dios, su Amo, lo tratara a él mismo. El Señor había bendecido verdaderamente la tierra y ellos estaban cosechando con gozo.
Booz, viendo una cara extraña, hizo preguntas sobre la espigadora. Había oído algo de ella y ahora la conocía. Cuando estudiamos su respuesta a estos informes, vemos la generosidad de su corazón, y oímos sus palabras de consuelo y aliento para Rut, nosotros pensamos en nuestro Redentor, el Señor Jesús, quien dio consuelo y proveyó para sus discípulos. Booz encargó a Rut: "No vayas a espigar a otro campo...aquí estarás junto a mis criadas" (2:8, 9). También Jesús proporcionó consuelo en estas palabras: "No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo" (Juan 14:27), y un momento más tarde dijo: "Permaneced en mí, y yo en vosotros" (Juan 15:4).
5 Y Booz dijo a su criado el mayordomo de los segadores: ¿De quién es esta joven?
6 Y el criado, mayordomo de los segadores, respondió y dijo: Es la joven moabita que volvió con Noemí de los campos de Moab;
7 y ha dicho: Te ruego que me dejes recoger y juntar tras los segadores entre las gavillas. Entró, pues, y está desde por la mañana hasta ahora, sin descansar ni aun por un momento.
8 Entonces Booz dijo a Rut: Oye, hija mía, no vayas a espigar a otro campo, ni pases de aquí; y aquí estarás junto a mis criadas.
9 Mira bien el campo que sieguen, y síguelas; porque yo he mandado a los criados que no te molesten. Y cuando tengas sed, ve a las vasijas, y bebe del agua que sacan los criados.
10 Ella entonces bajando su rostro se inclinó a tierra, y le dijo: ¿Por qué he hallado gracia en tus ojos para que me reconozcas, siendo yo extranjera?
11 Y respondiendo Booz, le dijo: He sabido todo lo que has hecho con tu suegra después de la muerte de tu marido, y que dejando a tu padre y a tu madre y la tierra donde naciste, has venido a un pueblo que no conociste antes.
12 Jehová recompense tu obra, y tu remuneración sea cumplida de parte de Jehová Dios de Israel, bajo cuyas alas has venido a refugiarte.
13 Y ella dijo: Señor mío, halle yo gracia delante de tus ojos; porque me has consolado, y porque has hablado al corazón de tu sierva, aunque no soy ni como una de tus criadas.
LA AMABILIDAD Y LA HUMILDAD SE ENCONTRARON
“-¡Ojalá siga yo siendo de su agrado, mi señor! –contestó ella-. Usted me ha consolado y me ha hablado con cariño, aunque ni siquiera soy como una de sus servidoras” (Rut 2:13)
Hace muchos años un hombre rico, se fijó en una joven extranjera muy pobre, pero muy diligente, él fue amable con ella y le dio trabajo, porque se enteró que quedó viuda y velaba por su suegra.
Booz, le ofreció comida a Rut junto a sus criados, “ella comió, quedó satisfecha y hasta le sobró”. Booz dio orden a sus empleados que sean generosos con Rut y le den espigas; que gran gesto de este hombre.
Rut, trabajó con diligencia, honradez y llevó cebada a la casa de suegra y le contó como le había ido, es decir había una comunicación nutridora entre Rut y Noemí.
Realmente, Booz fue la amabilidad en persona y Rut la humilde mujer moabita, extranjera y despreciada por los israelitas y ahora apreciada por la gracia de Dios y de su amo Booz. Aquí tenemos dos vidas con dos culturas distintas y a la vez interesantes. Booz es hombre, rico, israelita, jefe; Rut es mujer pobre, extranjera, sierva y humilde. Ambos temen a Dios, se atraen y nace el amor, él se enamora de la virtuosa chica y ella del amable varón.
En el cuento de la cenicienta el príncipe, hijo del Rey se enamora de la bella dama, quien es liberada de su pobreza, por un zapato. Rut por el hecho de obedecer a Dios es bendecida con un hombre que ama a Dios que es bondadoso y generoso.
Las siguientes palabras de Booz son también muy maravillosas. La encantadora forma en que él reconoce la fuente de cada bendición del Señor, resalta frente a su propia posición influyente como hombre acaudalado. El se preocupó de que Noemí y Rut no pasaran necesidad, pero había levantado su vista hacia niveles que estaban más allá de su poder de recompensa, pues dijo: "Jehová recompense tu obra, y tu remuneración sea cumplida de parte de Jehová Dios de Israel, bajo cuyas alas has venido a refugiarte" (2:12). Esta era verdadera humildad.
Nótese también la mención de las alas bajo las cuales Rut había venido a ampararse: ésta había sido la pascua de ella y ella había sido traída en alas de águilas a esta tierra donde encontró redención. La humildad de Booz es acompañada por la de Rut al reconocer ella su posición: "...aunque no soy ni como una de tus criadas" (2:13). Esto, añadido a su obediencia, es una lección para todos los tiempos. Ella siguió el consejo dado por Booz y Noemí: "Estuvo, pues, junto con las criadas de Booz espigando, hasta que se acabó la siega de la cebada y la del trigo" (2:23), es decir, desde la pascua hasta Pentecostés, la fiesta de los primeros frutos, cuando Rut fue redimida y tomada en matrimonio
19 Y le dijo su suegra: ¿Dónde has espigado hoy? ¿y dónde has trabajado? Bendito sea el que te ha reconocido.
Y contó ella a su suegra con quién había trabajado, y dijo: El nombre del varón con quien hoy he trabajado es Booz.
20 Y dijo Noemí a su nuera: Sea él bendito de Jehová, pues que no ha rehusado a los vivos la benevolencia que tuvo para con los que han muerto. Después le dijo Noemí: Nuestro pariente es aquel varón, y uno de los que pueden redimirnos.
21 Y Rut la moabita dijo: Además de esto me ha dicho: Júntate con mis criadas, hasta que hayan acabado toda mi siega.
22 Y Noemí respondió a Rut su nuera: Mejor es, hija mía, que salgas con sus criadas, y que no te encuentren en otro campo.
23 Estuvo, pues, junto con las criadas de Booz espigando, hasta que se acabó la siega de la cebada y la del trigo; y vivía con su suegra.
La historia continúa. Habiendo sido auxiliada por Rut, ahora Noemí estaba ansiosa de ayudar en las necesidades de su nuera. La ley de redención en Israel planteaba la posibilidad de que Rut fuera redimida, como también la tierra de su esposo. Sin embargo, había la necesidad de una preparación para que Rut pudiera encontrar y ser aceptada por una persona apropiada. Noemí le enseñó a buscar y a prepararse para tal encuentro. "Te lavarás, pues, y te ungirás, y vistiéndote tus vestidos, irás a la era; mas no te darás a conocer al varón hasta que él haya acabado de comer y de beber 4 Y cuando él se acueste, notarás el lugar donde se acuesta, e irás y descubrirás sus pies, y te acostarás allí; y él te dirá lo que hayas de hacer. 5 Y ella respondió: Haré todo lo que tú me mandes. “(Rut 3:3-5).
El consejo de Noemí parece extraño, pero no sugería un acto de seducción. En realidad, Noemí instruía a Rut para que actuara de acuerdo con la costumbre y la ley israelitas. Era común que los sirvientes se acostaran a los pies de su amo y que incluso compartieran una parte de su manta.
Rut iba a aplicar esta costumbre a la ley del pariente redentor y por lo tanto le recordaría a Booz. la responsabilidad que tenia de buscar a alguien o que el mismo se casara con ella. Era un asunto de familia nada romántico.
Que era un Pariente redentor?
Un redentor era un pariente varón que voluntariamente asumía la responsabilidad de su familia extendida. Cuando el esposo de una mujer fallecía, la ley (Deut 25:5-10) establecía que ella podía casarse con un hermano del esposo muerto. Pero Noemí no tenía más hijos. En ese caso, el familiar más cercano al esposo podía ser el pariente redentor y podía casarse con la viuda. El familiar más cercano no tenía que casarse con la viuda. Si elegía no hacerlo, el siguiente pariente más cercano, podía ocupar su lugar. Si nadie decidía ayudar a la viuda, esta quizás viviría en la miseria el resto de su vida porque en la sociedad israelita la herencia se transfería al hijo o al pariente varón más cercano, no a la esposa. Para sacar la espina de estas leyes de herencia, estaban las leyes de la siega y de los parientes redentores.
En Jesucristo tenemos un pariente redentor, quien a pesar de ser Dios, vino a la tierra como hombre para salvarnos. Por su muerte en la cruz nos ha redimido del pecado y por lo tanto nos ha comprado para ser su propiedad (1 Pdr 1:18-19). Esto garantiza nuestra herencia eterna.
Pero continuemos con nuestra Historia de Amor
UNA INSINUACIÓN DECENTE
7 Y cuando Booz hubo comido y bebido, y su corazón estuvo contento, se retiró a dormir a un lado del montón. Entonces ella vino calladamente, y le descubrió los pies y se acostó.
8 Y aconteció que a la medianoche se estremeció aquel hombre, y se volvió; y he aquí, una mujer estaba acostada a sus pies.
9 Entonces él dijo: ¿Quién eres? Y ella respondió: Yo soy Rut tu sierva; extiende el borde de tu capa sobre tu sierva, por cuanto eres pariente cercano.
10 Y él dijo: Bendita seas tú de Jehová, hija mía; has hecho mejor tu postrera bondad que la primera, no yendo en busca de los jóvenes, sean pobres o ricos.
11 Ahora pues, no temas, hija mía; yo haré contigo lo que tú digas, pues toda la gente de mi pueblo sabe que eres mujer virtuosa.
12 Y ahora, aunque es cierto que yo soy pariente cercano, con todo eso hay pariente más cercano que yo.
13 Pasa aquí la noche, y cuando sea de día, si él te redimiere, bien, redímate; mas si él no te quisiere redimir, yo te redimiré, vive Jehová. Descansa, pues, hasta la mañana.
La suegra guía a su nuera a que se bañe, se perfume y se coloque la mejor ropa insinuándose con decencia a su pariente cercano, para que él la proteja y se case. Que buena suegra fue Noemí que orientó a Rut.
Es interesante notar que había un hombre rico, próspero en su negocio que se encuentra con una criada joven, la que se insinúa a la costumbre de la época y sin ser sensual, ella le pide que la proteja y Booz accede y se compromete a Rut para hacer los trámites del matrimonio.
Según las costumbres de la época, el gesto de echar encima el manto era una forma simbólica de tomar posesión. En este caso, la toma de posesión recaía sobre la mujer aceptada como esposa. A este pariente más cercano le correspondía la obligación y el derecho de cumplir con sus funciones de redentor, en primer lugar el de casarse con Rut.
Se espiritualiza el texto al decir que la Iglesia del Señor está a la espera de su redentor, el Señor Jesucristo, en su segunda venida; puede ser, y es más esperamos al Redentor quien nos redimió en la cruz; sin embargo, no olvidemos que había un pariente más cercano a Booz, con el cuál, más tarde negoció e hizo los trámites legales ante testigos.
Un fuerte redentor
Aquí podemos acordarnos del significado del nombre Booz: fuerza. El redentor de Rut era fuerte y llevaría a cabo su propósito. Ella estaría contenta y se regocijaría en su salvación. Booz no perdió tiempo; pero teniendo respeto por la ley (Deuteronomio 25:5-10), trató de hacer las cosas correctamente. Un pariente más cercano fue encontrado, el cual sólo estaba preparado para redimir la heredad a medias. En el registro del Espíritu no aparece su nombre; no estaba dispuesto a arriesgar su propia heredad. Así que con la bendición de todos los que lo rodeaban, Booz se convirtió en redentor y esposo de Rut, símbolo de nuestro Señor, quien se convirtió en Redentor y Esposo de la Iglesia. La historia de la redención está entrelazada con la historia de Rut como un hilo de oro dentro de un diseño. Uno puede fácilmente apreciar el lazo de amor que existe entre estas dos fieles personas, y el reconocimiento por medio de ellos del Señor Dios de Israel.
Aprendemos dos lecciones: 1) Dios está interesado en la familia, en que nos casemos con la persona adecuada, buen creyente, virtuoso, que seamos fieles al cónyuge. 2) Que hagamos nuestra parte, si es mujer se insinué con decencia; si es varón, haga los trámites para casarse bien. Obedezca al plan de Dios para que le vaya bien en el matrimonio.
Los sentimientos de Rut no son revelados cuando la narración se desarrolla, pero su obediencia es enfatizada, y así su petición fue contestada. Booz no desconfió del asunto porque conocía el carácter de Rut. En realidad, la reputación de ella no era cuestionada por nadie en la ciudad: "pues toda la gente de mi pueblo sabe que eres mujer virtuosa" (3:11). Así el proceso fue comenzado y tal fue el hombre Booz que con seguridad no dudaría en perseguir su propósito hasta el fin. Pero el fin perseguido no oscureció las necesidades inmediatas. De nuevo tomó las medidas necesarias para hacer una generosa provisión para la casa, añadiendo las palabras: "...no vayas a tu suegra con las manos vacías" (3:17).
Los tiempos de necesidad y pesar, de hambre y soledad, habían pasado, y aquí estaba la señal de seguridad para el futuro: seis medidas de cebada. Esto fue aceptado por Noemí como una garantía de que pronto el asunto en manos sería terminado: "Aquel hombre no descansará hasta que concluya el asunto hoy" (3:18).
1 Booz subió a la puerta y se sentó allí; y he aquí pasaba aquel pariente de quien Booz había hablado, y le dijo: Eh, fulano, ven acá y siéntate. Y él vino y se sentó.
2 Entonces él tomó a diez varones de los ancianos de la ciudad, y dijo: Sentaos aquí. Y ellos se sentaron.
3 Luego dijo al pariente: Noemí, que ha vuelto del campo de Moab, vende una parte de las tierras que tuvo nuestro hermano Elimelec.
4 Y yo decidí hacértelo saber, y decirte que la compres en presencia de los que están aquí sentados, y de los ancianos de mi pueblo. Si tú quieres redimir, redime; y si no quieres redimir, decláramelo para que yo lo sepa; porque no hay otro que redima sino tú, y yo después de ti. Y él respondió: Yo redimiré.
5 Entonces replicó Booz: El mismo día que compres las tierras de mano de Noemí, debes tomar también a Rut la moabita, mujer del difunto, para que restaures el nombre del muerto sobre su posesión.
6 Y respondió el pariente: No puedo redimir para mí, no sea que dañe mi heredad. Redime tú, usando de mi derecho, porque yo no podré redimir.
7 Había ya desde hacía tiempo esta costumbre en Israel tocante a la redención y al contrato, que para la confirmación de cualquier negocio, el uno se quitaba el zapato y lo daba a su compañero; y esto servía de testimonio en Israel.
8 Entonces el pariente dijo a Booz: Tómalo tú. Y se quitó el zapato.
Para la confirmación de cualquier negocio, uno se quitaba el calzado y lo daba a su compañero, esto servía de testimonio en Israel. El zapato representa el derecho de propiedad sobre un bien inmueble; la acción de quitarse el zapato y de entregarlo expresa la renuncia a ese derecho en beneficio de otro.
El pariente más cercano se echó para atrás y no redimió a Rut. Cumplidos los requisitos necesarios Booz quedó así con derecho legal a redimir tanto la hacienda como la viuda. Booz quedo sumamente agradecido por haberle cedido el derecho a una hacienda y a una mujer que amaba de todo corazón.
BOOZ Y RUT, UN MATRIMONIO BENDECIDO POR DIOS
13 Booz, pues, tomó a Rut, y ella fue su mujer; y se llegó a ella, y Jehová le dio que concibiese y diese a luz un hijo.
14 Y las mujeres decían a Noemí: Loado sea Jehová, que hizo que no te faltase hoy pariente, cuyo nombre será celebrado en Israel;
15 el cual será restaurador de tu alma, y sustentará tu vejez; pues tu nuera, que te ama, lo ha dado a luz; y ella es de más valor para ti que siete hijos.
16 Y tomando Noemí el hijo, lo puso en su regazo, y fue su aya.
17 Y le dieron nombre las vecinas, diciendo: Le ha nacido un hijo a Noemí; y lo llamaron Obed. Este es padre de Isaí, padre de David.
18 Estas son las generaciones de Fares:(D) Fares engendró a Hezrón,
19 Hezrón engendró a Ram, y Ram engendró a Aminadab,
20 Aminadab engendró a Naasón, y Naasón engendró a Salmón,
21 Salmón engendró a Booz, y Booz engendró a Obed,
22 Obed engendró a Isaí, e Isaí engendró a David.
Booz se casó dentro de la voluntad de Dios; un matrimonio, sin pompa, ni apariencias; pues, era un hombre respetado que se ganó la amistad de la gente y en especial de su amada Rut, una gentil que al casarse con Booz llegó a ser parte de la genealogía del Señor Jesucristo, pues, su hijo Obed fue el abuelo del rey David.
Pronto llegó el anuncio: "Le ha nacido un hijo a Noemí." ¡Qué trascendente alegría! La pérdida de Noemí había sido triple: su esposo y dos hijos. Ahora su copa estaba llena de nuevo con Rut, Booz y Obed. Seguramente ella pudo ser llamada de nuevo Noemí (placentera). El pueblo se dio cuenta del modo como ella había sido bendecida en las palabras: "Tu nuera, que te ama, lo ha dado a luz; y ella es de más valor para ti que siete hijos." El niño fue llamado Obed, que significa "siervo."
Un antepasado del Señor
La genealogía que concluye el libro de Rut proporciona una culminación apropiada para una maravillosa historia, porque relaciona a Rut con una más amplia historia bíblica. Destinos futuros estaban en la balanza cuando Rut hizo su decisión personal de apoyar a Noemí y declararse en favor de su Dios y de su pueblo. Ella llegaría a ser un antepasado de nuestro Señor, con su nombre en la genealogía presentada en el Nuevo Testamento. Es una historia de descanso después de la agitación y la lucha. Es la historia de lo que al comienzo parece ser una elección poco probable, pero claramente muestra que aquellos que ponen su confianza en el Señor Dios de Israel no perderán su recompensa aun en esta vida. "Hija mía, ¿no he de buscar hogar para ti?" Esto dijo Noemí a Rut. Este es el contexto en el cual se nos vienen a la memoria las palabras de nuestro Redentor, porque no podemos salir de este hogar en Belén sin pensar en el que dijo:
"La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo [Moab] la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo." (Juan 14:27)
¡Qué bello libro es el de Rut! Se ve el amor santo de Dios por su Grey y el amor puro de dos novios que se casan en la voluntad de Dios. Es Dios obrando detrás de la escena en la vida de gente común, tornando la aparente tragedia en gozo y paz. Es Dios preocupándose no solo por el bienestar de una familia Noemí y Rut, sino además por el bienestar del pueblo de Dios que seria bendito a través de David y del hijo de David, Jesucristo el Mesías prometido (Mat. 1:1-17).
La historia de la redención de una mujer moabita por parte de Booz apunta a la gran redención por parte de Jesús de todos los que creen en El, y en el cumplimiento de las promesas de Dios indica que la salvación divina es para todas las naciones.
Conclusión.
Tomar atajos morales y vivir para los placeres inmediatos no es buena forma de avanzar. Gracias a la fiel obediencia de Rut, su vida y legado fueron importantes aun cuando ella no pudo ver el resultado final.
Viva fiel a Dios, sabiendo que el valor de su vida se extenderá mas allá del tiempo que viva. Las recompensas superaran a cualquier sacrificio que tenga que hacer.
Orfa debe de haber encontrado descanso en Moab, pero terminaría en el sepulcro. Para Rut, quien abrazó la esperanza de Israel, un futuro más grande está asegurado.
Bendiciones
domingo, 25 de abril de 2010
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